La tendencia contra derecha en América da un paso más

Daniel Ortega ganó las elecciones en Nicaragua, y parece un avance más de las tendencias izquierdistas (o contra derecha) en Latinoamérica. Digo parece porque no se puede uno quemar las manos por hombres e ideas si uno tiene presente siempre recuerdos como el de Lucio Gutiérrez, triste historia en Ecuador. ¿Lo recuerdan? En el 2.002, en campaña, hizo un paralelismo de la historia de su país con la de Venezuela en cuanto a que se insurgió contra sendos sistemas corruptos: aquí en Venezuela a través de una vía puramente militar, con muertos; en Ecuador, en cambio, a través del accionar indígena con apoyo militar, sin muertos. No contento con ello, buscó un paralelismo de personalidad con el presidente: soy como Chávez, soy militar, soy su admirador. (Bucarán hubiera dicho "soy su fan") En fin, subió en las encuestas, y a la postre resultó electo presidente de un país que requiere con urgencia una operación de justicia social. Si el pueblo ecuatoriano, en su mala suerte, en el olvido al que ha sido sometido por la mezquindad de las minorías gobernantes, mueve a piedad, ¿qué diremos entonces de un hombre al que se le encoméndó su dirección, y que de paso tiene raíz en el barro originario de la nación bolivariana? Repulsión es una palabra simple.
El electo presidente Ortega no parece resistir la comparación con la especie descrita ahorita. Es un hombre curtido en la lucha y comprometido con su país. Es hombre-pueblo. Además, es más ducho en la lucha contra el imperialismo norteamericano, cosa que Lucio escuchó hablar mientras se colocaba la banda presidencial.
Las cosas están cambiando, diría el abuelo. Todo parece empezar por Caracas, desde el tiempo de la Conquista: "seguid el ejemplo que Caracas dio", se gritó por allá durante la Independencia. Venezuela, Bolivia, Ecuador (sin Lucio) y Nicaragua han concretado su destino por una vía del criticismo, el inconformismo, la justicia, la denuncia y la protesta; otros países, como México y Perú, no pudieron escapar a la mano fraudulenta de la derecha durante las elecciones, y se quedaron empantanados en un pasado horrísono de figuras de cera decimonónicas. Con sus Estados Unidos y su explotación del hombre por el hombre; con sus dos o tres elitescos pelagatos dueños de sus vidas. Ellos tienen el germen de la revolución, pero como enterradas en envases de compotas Gerber adornarndo los anaqueles de un vivero que no le es propio. Seguiremos en la espera.