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METAMORFOSIS BLOGUERA
Los rollos entre Parménides y Heráclito: todo cambia o permanece estático. Escribiré más asiduamente en mi otra página Animal Político, dejando este espacio para reflexiones más meditadas, de modo tal que sin no ves post con frecuencia acá ello no significa que la página esté abandonada o algo parecido: se trata del factor tiempo . Lo cierto del asunto es que a diario soy estoy en Animal político, espacio más "rápido". Si tengo algún lector por ahí, le agradezco su comprensión.
¿Qué te parece el asunto de la Iglesia Católica en Venezuela?
martes, noviembre 07, 2006
¡Izquierda, derecha, izquierda!
Cuando uno dice que la izquierda política avanza en América Latina debería uno preguntarse que tan cierto es el asunto, en su sentido estricto: esto es, que avanza no por ser izquierda en sí, como propuesta, sino porque se contrapone al agotado modelo de la derecha? ¿Usted qué cree?
Con excepción de Chile, nuestros países parecen haber llegado a la conclusión histórica de la inviabilidad de los modelos capitalistas después de haber sufrido ruina y explotación durante décadas. O sea, después que el modelo se hizo insoportable, y dejo su huella descalabradora.
Los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial (grandes banqueros, viejos políticos) colocaron los puntos sobre las íes. Aquí manda el libre mercado, el modelo capitalista, el discurso de la propiedad y la familia; ¡no al comunismo ni a la dictadura de la prole de la tierra ni del proletariado de la tierra! Países que no participaron directamente en la controversia como para librarse del influjo de las reglas post guerra, igualmente fueron afectados al quedar circunscritos a las llamadas zonas de influencias, o patios trasero, según Doctrina Monroe, para no ir tan lejos. A nosotros nos tocó al lado de la letrina de los EEUU, según conceptualizaciones de ellos mismos. Así que, aun no queriendo, los pueblos se vieron entubados hacia el gran modelo desértico explotador.
Sin embargo, el otro esquema también tuvo su oportunidad histórica, con los resultados conocidos: para un ejemplo, un boton: URSS. ¿Entonces? Puede uno aventurarse a inferir que los modelos se agotan, señores, o se agotaron, y no hay otra opción que aceptar los vientos de cambios. Los pueblos se encuentran extuenados, en su mayoría; en el mundo hay países pobres y rico en la misma relación que dentro de cualquier país explotador donde una minoría somete a una mayoría. Y quien sale mayormente perjudicado es el modelo capitalista que se las ingenió para en su época sobreimponerse a las demás propuestas de sociedad. Se hacen revoluciones contra status imperantes.
Así que a recoger sus gallos muertos.
Como en ambos sistemas son las masas las grandes figuras, siempre conceptualizadas y luego afectadas u obviadas (en un caso tiranizadas y en el otro, teóricamente, tiranizadoras), toca la hora de los sincretismos revolucionarios. Y no hablamos de otra cosa que de una revolución como la Bolivariana: organizar a la comunidades, al pueblo, atenderlas SINCERAMENTE, hacerlas a un tiempo objeto de cuido y cuidadoras; protagonistas de su pueblo y alma de tanta palabra populista hueca. Arboles nutridos de patria.
Bueno, en nuestro país hay (en un principio) muchísmos revolucionarios de la "izquierda", quienes después asumieron el acomodaticio concepto del socialismo de sus intereses personales: rémoras enquistadas en las estructuras de poder, eternos recicladores de las migajas de los gobiernos de turno, vergüenzas deambulantes con una dignidad al "servico de". ¿A qué nombrarlos? Los conocemos: Puchi, Pekoff, Martí y un viejo ministro de Asuntos Fronterizos de cuyo nombre no quiero acordarme. Ahora, de acuerdo con el acomodaticio concepto de sus doctrinas, militan en la "derecha revolucionaria". Fin de mundo.
Nuestra inicial idea de ponderar la tendencia preponderante de la derecha o izquierda no va más allá de un ligero mohín de tristeza, pues en el camino, mientras un diserta, consigue materiales como los anteriormente expuestos que coartan cualquier capacidad de raciocinio.
Con excepción de Chile, nuestros países parecen haber llegado a la conclusión histórica de la inviabilidad de los modelos capitalistas después de haber sufrido ruina y explotación durante décadas. O sea, después que el modelo se hizo insoportable, y dejo su huella descalabradora.
Los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial (grandes banqueros, viejos políticos) colocaron los puntos sobre las íes. Aquí manda el libre mercado, el modelo capitalista, el discurso de la propiedad y la familia; ¡no al comunismo ni a la dictadura de la prole de la tierra ni del proletariado de la tierra! Países que no participaron directamente en la controversia como para librarse del influjo de las reglas post guerra, igualmente fueron afectados al quedar circunscritos a las llamadas zonas de influencias, o patios trasero, según Doctrina Monroe, para no ir tan lejos. A nosotros nos tocó al lado de la letrina de los EEUU, según conceptualizaciones de ellos mismos. Así que, aun no queriendo, los pueblos se vieron entubados hacia el gran modelo desértico explotador.
Sin embargo, el otro esquema también tuvo su oportunidad histórica, con los resultados conocidos: para un ejemplo, un boton: URSS. ¿Entonces? Puede uno aventurarse a inferir que los modelos se agotan, señores, o se agotaron, y no hay otra opción que aceptar los vientos de cambios. Los pueblos se encuentran extuenados, en su mayoría; en el mundo hay países pobres y rico en la misma relación que dentro de cualquier país explotador donde una minoría somete a una mayoría. Y quien sale mayormente perjudicado es el modelo capitalista que se las ingenió para en su época sobreimponerse a las demás propuestas de sociedad. Se hacen revoluciones contra status imperantes.
Así que a recoger sus gallos muertos.
Como en ambos sistemas son las masas las grandes figuras, siempre conceptualizadas y luego afectadas u obviadas (en un caso tiranizadas y en el otro, teóricamente, tiranizadoras), toca la hora de los sincretismos revolucionarios. Y no hablamos de otra cosa que de una revolución como la Bolivariana: organizar a la comunidades, al pueblo, atenderlas SINCERAMENTE, hacerlas a un tiempo objeto de cuido y cuidadoras; protagonistas de su pueblo y alma de tanta palabra populista hueca. Arboles nutridos de patria.
Bueno, en nuestro país hay (en un principio) muchísmos revolucionarios de la "izquierda", quienes después asumieron el acomodaticio concepto del socialismo de sus intereses personales: rémoras enquistadas en las estructuras de poder, eternos recicladores de las migajas de los gobiernos de turno, vergüenzas deambulantes con una dignidad al "servico de". ¿A qué nombrarlos? Los conocemos: Puchi, Pekoff, Martí y un viejo ministro de Asuntos Fronterizos de cuyo nombre no quiero acordarme. Ahora, de acuerdo con el acomodaticio concepto de sus doctrinas, militan en la "derecha revolucionaria". Fin de mundo.
Nuestra inicial idea de ponderar la tendencia preponderante de la derecha o izquierda no va más allá de un ligero mohín de tristeza, pues en el camino, mientras un diserta, consigue materiales como los anteriormente expuestos que coartan cualquier capacidad de raciocinio.
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