.
METAMORFOSIS BLOGUERA
Los rollos entre Parménides y Heráclito: todo cambia o permanece estático. Escribiré más asiduamente en mi otra página Animal Político, dejando este espacio para reflexiones más meditadas, de modo tal que sin no ves post con frecuencia acá ello no significa que la página esté abandonada o algo parecido: se trata del factor tiempo . Lo cierto del asunto es que a diario soy estoy en Animal político, espacio más "rápido". Si tengo algún lector por ahí, le agradezco su comprensión.
¿Qué te parece el asunto de la Iglesia Católica en Venezuela?
sábado, diciembre 30, 2006
G.W. Bush o un tigre de papel
Debo suponer que un hombre como G.W.Bush, rico de cuna, ajeno a los destinos del resto de los mortales, como es costumbre milenaria en la especie, no habrá dejado de sentir, sin embargo, un breve cosquilleo en la pata de la nuca al mirar cómo la soga rodeaba el cuello de una de sus últimas víctimas mortales, Saddam Hussein. Lo digo porque él también es humano, si nos atenemos a su fisonomía y a lo que nos dice su curriculum, en el que descubrimos que posee una licenciatura menor en historia en la "prestigiosa universidad de Yale", situación esta propia de humanos, aunque no de muchos. Este tránsito universitario -creemos- le puede hacer comprender muchas cosas.
Sabrá con gran propiedad que su sentido de superioridad y seguridad dimana del hecho de ser miembro de la actual plantilla dizque vencedora, esa de la que se dice escribe la historia y controla los medios necesarios para hundir después al vencido en un fango más profundo que la misma muerte. Las ilustraciones sobran y hay una muy próxima: los alemanes fueron hundidos mucho más en el fango de la derrota después de la misma guerra, cuando los gringos se pavonearon en el mundo como los grandes vencedores de una descomunal y monstruosa raza. Su posición en primera fila en el pequeño mundo de la oligarquía del poder jamás lo hará comulgar con ideas que no sean las suyas, como por ejemplo, Justicia y Libertad para oprimir y sólo para oprimir; ni tampoco le permitirá siquiera un pequeño gesto de comprensión hacia las humanas necesidades del hombre: que haya hambre o dolor en un hombre, mujer o niño... ¡Carajo! ¿Es eso posible? ¿Cuándo lloró ese muchachito porque sintiese frío o hambre? ¿Siente dolor la gente cuando le descargan bombas sobre sus espaldas? ¿Cómo saber del dolor o de la guerra misma si siendo piloto en época de paz dejó de serlo cuando se presentó la guerra con Vietnam y la oportunidad de demostrar su valentía y arrojo? Aquí fue cuando concluyó que la democracia y las obligaciones que impone al ciudadano son sólo para pendejos, compradre, para pendejos; he allí, pues, otra de sus lindas cualidades.
Las alturas del poder, diríase, lo alejan de las latitudes humanas, y hasta lo llevan a la sensación de pertenecer a una especie muy diferente, puesta aquí por la providencia para administrar el mundo, casta inmune a vulgares designios. Ver a través de pantallas y botones cómo el mundo es puesto a su servicio por sus marines libertadores, mientras se saborea una espirituosa bebida o se abraza al benjamin de la casa, es el mejor rasgo distintivo de la siempre especie directora, preocupada por el planteta. Es historia y tradición: cada presidente de los EEUU debe liquidar a un matón o invadir países, como salvadores que son. A él, G.W. Bush, la historia le reservó a Saddam Hussein, para su gloria eterna. Es algo parecido con los presidentes venezolanos de la IV República, con sus Yumares y otras matanzas.
Pero nosotros sabemos que todo lo anterior es una paja bien fundamentada dentro de los mecanismo del poder opresor. A G.W. Bush le ha tocado la singular fortuna de entronizarse en el mando en una época de real decadencia del viejo sistema, que ya se preocupa porque sus acciones no resulten tan contundentes como la época de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Eso de enviar marines a un país y que debilitado por facciones internas como Irak, por ejemplo, no parece estar resultando en los actuales momento, dado el tiempo de desgaste que ya llevan las tropas en ese atolladero. Aunque se haya cumplido con el propósito táctico de matar al "tirano, amenaza del mundo civilizado", y de engañar al mundo con el cuento de las armas de destrucción masiva en manos de Irak, no parece soplar el viento de la victoria definitiva a la que los imperios se han acostumbrado. Los oleoductos no parecen querer disparar petroleo para las arcas de la prosperidad elitesca estadounidense, objetivo final de la guerra, antiterrorista o antinuclear en el papel originario.
¿Quién no huele ahorita que la vaina está cambiando, cuando uno ve al imperio pasar tanto trabajo matando un jabalí y cuando a su lancero principal (G.W.B.) ni sus propios coterráneos lo ensalsan como a un héroe, para no mencionar a dios?
¿Quién sostiene ahorita el cuento del "Sueño Americano", pongamos por caso, que no pasa de ser un producto nacionalista de consumo intrafrontera, en la que un gringuito nace, crece, gana dinero y, finalmente, salva al mundo? Eso parece basura que flota, pero que flota en las mentes de unas desnaturalizadas élites del poder mundial, sin calado universal. Es bien claro que se tambalea un paradigma, y nosotros, los de la revolución de al lado (¡ay, el patio trasero!), asistimos a ello con ansiedad de justicia. Yo, en particular, desde que leí -como Bush- algo de historia, estoy que me orino encima de tantos cuentos chimbos sobre invencibles imperios, más cuanto son de esos que tiemblan ante las decisiones de su propio pueblo, como ocurrió recientemente con un resultado electoral que castigó a los republicanos en tan inefable país.
Sabemos muy bien que G.W. Bush, como mal estudiante de historia que fue, ha debido comprender aunque mínimamente que él es parte de un imperio que está pasando y que ese desagradable cosquilleo que sintió en la parte posterior de su cuerpo al mirar las imágenes de muerte de Saddam lo ratifican en el temeroso papel de humano que comprende a ratos que la tortilla histórica se puede voltear de un momento a otro y que podrían hasta perseguirlo como criminal de guerra, como ya sugirieron por ahí respecto de alguien que ya es casi prófugo, Donald Rumsfeld, su compañero de fechorías.
Veremos si a este criminal de guerra no lo ajustician sus propios paisanos, como bien sería justo para un delincuente internacional que gusta de hacer de juez del mundo, atacar países, juzgar, condenar y ejecutar presidentes, o sabotear o frustrar procesos o movimientos soberanos de otras naciones que no necesariamente consideran como modelo el sistema que él preside, gobierno que través de una minoría plutocrática explota, embrutece y hasta aniquila -¿subliminalmente?- a una mayoría que no termina de abrir bien los ojos.
Se habrá de cumplir una apreciación de Mao Tse Tung, refiririéndose a los "amenazantes" imperios: imperios, tigres de papel.
Mundo de enlaces / actualización / noticias posteriores:
Las faltas de George W. Bush susceptibles de un juicio político(19/12/05)
Evalúa La Haya juicio contra Bush y Blair(19-03-07)
Sabrá con gran propiedad que su sentido de superioridad y seguridad dimana del hecho de ser miembro de la actual plantilla dizque vencedora, esa de la que se dice escribe la historia y controla los medios necesarios para hundir después al vencido en un fango más profundo que la misma muerte. Las ilustraciones sobran y hay una muy próxima: los alemanes fueron hundidos mucho más en el fango de la derrota después de la misma guerra, cuando los gringos se pavonearon en el mundo como los grandes vencedores de una descomunal y monstruosa raza. Su posición en primera fila en el pequeño mundo de la oligarquía del poder jamás lo hará comulgar con ideas que no sean las suyas, como por ejemplo, Justicia y Libertad para oprimir y sólo para oprimir; ni tampoco le permitirá siquiera un pequeño gesto de comprensión hacia las humanas necesidades del hombre: que haya hambre o dolor en un hombre, mujer o niño... ¡Carajo! ¿Es eso posible? ¿Cuándo lloró ese muchachito porque sintiese frío o hambre? ¿Siente dolor la gente cuando le descargan bombas sobre sus espaldas? ¿Cómo saber del dolor o de la guerra misma si siendo piloto en época de paz dejó de serlo cuando se presentó la guerra con Vietnam y la oportunidad de demostrar su valentía y arrojo? Aquí fue cuando concluyó que la democracia y las obligaciones que impone al ciudadano son sólo para pendejos, compradre, para pendejos; he allí, pues, otra de sus lindas cualidades.
Las alturas del poder, diríase, lo alejan de las latitudes humanas, y hasta lo llevan a la sensación de pertenecer a una especie muy diferente, puesta aquí por la providencia para administrar el mundo, casta inmune a vulgares designios. Ver a través de pantallas y botones cómo el mundo es puesto a su servicio por sus marines libertadores, mientras se saborea una espirituosa bebida o se abraza al benjamin de la casa, es el mejor rasgo distintivo de la siempre especie directora, preocupada por el planteta. Es historia y tradición: cada presidente de los EEUU debe liquidar a un matón o invadir países, como salvadores que son. A él, G.W. Bush, la historia le reservó a Saddam Hussein, para su gloria eterna. Es algo parecido con los presidentes venezolanos de la IV República, con sus Yumares y otras matanzas.
Pero nosotros sabemos que todo lo anterior es una paja bien fundamentada dentro de los mecanismo del poder opresor. A G.W. Bush le ha tocado la singular fortuna de entronizarse en el mando en una época de real decadencia del viejo sistema, que ya se preocupa porque sus acciones no resulten tan contundentes como la época de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Eso de enviar marines a un país y que debilitado por facciones internas como Irak, por ejemplo, no parece estar resultando en los actuales momento, dado el tiempo de desgaste que ya llevan las tropas en ese atolladero. Aunque se haya cumplido con el propósito táctico de matar al "tirano, amenaza del mundo civilizado", y de engañar al mundo con el cuento de las armas de destrucción masiva en manos de Irak, no parece soplar el viento de la victoria definitiva a la que los imperios se han acostumbrado. Los oleoductos no parecen querer disparar petroleo para las arcas de la prosperidad elitesca estadounidense, objetivo final de la guerra, antiterrorista o antinuclear en el papel originario.
¿Quién no huele ahorita que la vaina está cambiando, cuando uno ve al imperio pasar tanto trabajo matando un jabalí y cuando a su lancero principal (G.W.B.) ni sus propios coterráneos lo ensalsan como a un héroe, para no mencionar a dios?
¿Quién sostiene ahorita el cuento del "Sueño Americano", pongamos por caso, que no pasa de ser un producto nacionalista de consumo intrafrontera, en la que un gringuito nace, crece, gana dinero y, finalmente, salva al mundo? Eso parece basura que flota, pero que flota en las mentes de unas desnaturalizadas élites del poder mundial, sin calado universal. Es bien claro que se tambalea un paradigma, y nosotros, los de la revolución de al lado (¡ay, el patio trasero!), asistimos a ello con ansiedad de justicia. Yo, en particular, desde que leí -como Bush- algo de historia, estoy que me orino encima de tantos cuentos chimbos sobre invencibles imperios, más cuanto son de esos que tiemblan ante las decisiones de su propio pueblo, como ocurrió recientemente con un resultado electoral que castigó a los republicanos en tan inefable país.
Sabemos muy bien que G.W. Bush, como mal estudiante de historia que fue, ha debido comprender aunque mínimamente que él es parte de un imperio que está pasando y que ese desagradable cosquilleo que sintió en la parte posterior de su cuerpo al mirar las imágenes de muerte de Saddam lo ratifican en el temeroso papel de humano que comprende a ratos que la tortilla histórica se puede voltear de un momento a otro y que podrían hasta perseguirlo como criminal de guerra, como ya sugirieron por ahí respecto de alguien que ya es casi prófugo, Donald Rumsfeld, su compañero de fechorías.
Veremos si a este criminal de guerra no lo ajustician sus propios paisanos, como bien sería justo para un delincuente internacional que gusta de hacer de juez del mundo, atacar países, juzgar, condenar y ejecutar presidentes, o sabotear o frustrar procesos o movimientos soberanos de otras naciones que no necesariamente consideran como modelo el sistema que él preside, gobierno que través de una minoría plutocrática explota, embrutece y hasta aniquila -¿subliminalmente?- a una mayoría que no termina de abrir bien los ojos.
Se habrá de cumplir una apreciación de Mao Tse Tung, refiririéndose a los "amenazantes" imperios: imperios, tigres de papel.
Mundo de enlaces / actualización / noticias posteriores:
Las faltas de George W. Bush susceptibles de un juicio político(19/12/05)
Evalúa La Haya juicio contra Bush y Blair(19-03-07)
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Comprade, cómpreme coco. Comprade, coco no compro, porque el que poco coco come poco coco compra, y yo, como poco coco compro, poco coco como. Con esto le digo que nada enténdí del comentario.
Hola....pasé por aquí
HOla, he intercambiado enlaces puedes verlo en mi directorio:
http://yosmaryderausseo.blogspot.com/2007/02/midirectorio.html
Saludos!
PD: Porque no publicas desde Dic-2006?
Publicar un comentario